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22 de marzo de 2008

morricone

valió la pena vestirse de gala e ir a un evento tan elegante, como lo fue la venida del maestro Ennio Morricone a Chile.

las estrellas y la luna eran los acompañantes perfectos para una noche difícil de olvidar. el atardecer se dejó caer entre nosotros, todos los que ansiosos esperabamos uno de esos eventos que sabemos no volverá a ocurrir.

la noche comenzó con acordes dulces y la luna parecía feliz al ser acogida con tal elegancia. ella mostró todo su esplandor, brillando como nunca, sabía que ese lugar necesitaba su toque especial.

el silencio se dejó llevar a otro lugar, pues en su lugar la melodía comenzó a sonar por todos lados. no era necesario mirar las pantallas gigantes o hacia el escenario, las imagenes eran otras. mi mente recordaba imágenes ya vistas en películas.

pero la música era más. en momentos era mejor cerrar los ojos y solo escuchar, sentir las vibraciones de los instrumentos y las magnificas voces, llenando el lugar.

el frío de la noche me producía escalofríos a veces, aunque las voces del coro y la soprano me sobresaltaban. sus emociones podían calar los huesos y me recordaban que no escuchaba una cinta, sino que todo era en vivo, frente a mi.

al final, los aplausos permitieron que morricone tocara tres temas nuevamente, dejando ver en su rostro su alegría y sopresa por aquella demostración de aprecio y reconocimiento dado por el público.

ahora solo me quedan los recuerdos de la noche en que ennio morricone tocó bajo las estrellas.

1 comentario:

Gemini no Lina dijo...

Me muero de envidia... nada màs que decir XD!

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