Me gusta tomar té, me encanta, es la única bebida de la cual soy adicta. El té negro es mi predilección, no cargado ni simple, con azúcar, a toda hora y en toda ocasión. Pero hace tiempo que me vengo dando cuenta de algo importante: las personas que tomamos té somos discriminadas socialmente, somos vistas como bichos raros.
En reuniones sociales casi nunca hay té, siempre hay café, mucho café. ¿Qué tiene el café que no tenga el té? El otro día fui a una reunión, pedí un té y no tenían, solo café y bebida gaseosa, o sea, hace frío y no iba a tomar bebida en un día nublado de mayo. Me quedé con las ganas de tomar algo calentito.
Esto me ha pasado antes, pido y no hay o tienen uno no rico, tienen un té malo, molido. No daré marcar (porque no promociono cosas), pero son de muy mala calidad. Porque al igual que el café, hay tés que son más ricos, la hoja está más entera y no es el molidillo del molidillo de las hojas.
El té es una bebida milenaria, con una tremenda cultura detrás. Es una infusión agradable, que perfectamente es tan rica como el resto de las bebidas calientes y que debería estar considerada en eventos sociales y otras actividades. Mejor dicho, debería haber más cultura sobre el té. Si tomamos tanto té, deberíamos tomar uno de mayor calidad, para apreciar su sabor y su aroma tan agradable. ¡Cómo me gusta tomar té! Lo sé, soy una adicta.
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