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30 de noviembre de 2009

Empleos dignos para una vida digna

“Trabajar dignifica a las personas”. Desde pequeños escuchamos esa frase, pues nos enseñaron que cada uno se valida ante la sociedad gracias a su empleo, su ocupación, su oficio, que nos da características particulares a nuestras formas de vida y que nos permite obtener bienes, mantener una familia, darse gustos y resguardar el futuro que nos depara.

Sin embargo, para la población con discapacidad nos es muy difícil optar a un empleo vacante debido a nuestra condición de salud y las trabas que imponen los empleadores al momento de aceptarnos. Por eso, muchas veces la contratación depende más de las ganas del empleador, que las propias aptitudes profesionales que tenga el discapacitado a la hora de optar un cargo.

Un discapacitado es juzgado dos veces al momento de buscar trabajo, primero por la capacidad para realizar la labor de forma similar a una persona normal debido a los problemas de salud y luego por el proceso que vive todo postulante, viendo si los antecedentes son como los requeridos para obtener el trabajo.

Si bien es cierta la aprensión que cada empleador tiene al contratar a alguien con una enfermedad, al dar la oportunidad ellos mismos se permite enriquecer el capital humano de su entorno laboral, demostrando al resto de la sociedad que la solidaridad no pasa con donar dinero para una institución solamente, sino también por abrir caminos para que tengamos una sociedad inclusiva.

Según el Fondo Nacional de Discapacidad (Fonadis) 29,2% de la población de discapacitados mayor de 15 años trabaja de forma remunerada. Esta cifra demuestra que son pocos quienes tienen una oportunidad para recibir un salario a fin de mes. Aunque en ningún momento este organismo explica a qué tipo de trabajador se hace referencia, si es dependiente o independiente, o si la cantidad recibida es acorde con los sueldos de un trabajador normal.

Porcentajes y aclaraciones vagas que dejan ver falencias en nuestro querido orgullo de país solidario e inclusivo, ya que solo de cada 4 personas con discapacidad que trabajan remuneradamente, 7 discapacitados no lo hacen. Además, el Fonadis reconoce que “el porcentaje de inserción laboral es cada vez menor según avanza el grado de discapacidad”, haciendo cada vez más amargo el panorama cuando uno piensa en buscar un lugar en la sociedad.

Al mirar esos números veo como nuestro esfuerzo por educarnos y tratar de salir adelante como seres humanos –más allá de las complicaciones de cada uno- se esfuman al intentar pelear contra ellos, al querer ganarles y finalmente sumar en vez de restar. Sin embargo, no hay que dejar de hacerlo, debemos dignificar nuestras vidas, demostrar que somos capaces de subsistir mediante méritos propios, no andar suplicando limosna ni menos permitir que se nos eduque sin apreciar que valemos y podemos tener una vida de adultos normales.

Columna escrita para el sitio de la Radio Universidad de Chile

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